SOBRE MI

Soy una joven psicóloga y psicogerontóloga de 25 años que pretende invitaros a la reflexión. Actualmente doy conferencias para varias asociaciones locales y me sigo formando y actualizando a la espera de que algún día encuentre un buen trabajo.

viernes, 7 de junio de 2013

Me cuesta tanto olvidarte...(dependencia afectiva II)

(Nota: no es imprescindible, aunque sí importante, leerse la entrada de Dependencia afectiva I. Si todavía no lo has hecho, haz clic aquí)

Ya lo dice Jorge Bucay en su libro El camino de las lágrimas (para más información ver la entrada de Cuando Cupido se equivoca):



¿Quién quiere estar al lado de alguien que ya no te quiere? Ni yo, ni tú, y seguramente nadie.

Cuando me doy cuenta de esto, dejo de pretender agarrarte, dejo de querer  engancharte, abro los brazos y permito que te vayas, sabiendo que una vez que termine de elaborar esta pérdida, la herida no dolerá, una vez que renuncie a lo que ya no está, voy a quedar libre de un pasado, para elegir con quien quiero seguir el camino. Pero preferimos tratar de ver cómo hacemos para manipular la conducta del otro para que haga lo que nosotros queremos, antes que pasar por el camino de las lágrimas y dar lugar, después de llorar, a una persona que sea más afín con mis gustos y principios.

Olvidar a una persona es un camino complicado que, en ocasiones, se nos hace muy cuesta arriba y que ni tan siquiera sabemos por dónde emprender. Yo diría que el primer paso, sin lugar dudas, es aceptar que esa persona nos ha dejado y que no volverá. Este paso supone conseguir la mitad del camino y es muy importante aunque, como dice Jorge Bucay, la mayoría de personas intentaremos retener ese sentimiento y engañarnos pensando: «volverá» o «ya se dará cuenta de que me quiere» o «le demostraré lo que valgo» y así inventamos mil peripecias para que esa persona nos siga queriendo cuando todo es en vano y todo esto por negarme a aceptar una verdad que me duele demasiado y que no puede ser real. Aviso: no funciona. No lo hagas. No pierdas el tiempo. Si alguien no te quiere hoy, es difícil que te quiera mañana.



Hoy daré algunas pautas que os pueden ayudar a superar el mal de amores desde mi experiencia y a través de la ayuda de algunos psicólogos. Como siempre, tengo que avisaros de que estos consejos no son la panacea y que tampoco son universales. Recordad que las personas somos únicas y que, por lo tanto, lo que a unos nos puede ir bien, a otros no nos funcionará para nada.

Debo hacer una aclaración importante: el hecho de que una persona  esté pasando por un proceso de olvido no significa que sea dependiente afectivo, pero si el olvido se alarga y se prolonga mucho en el tiempo, habría que verlo.

Walter Riso en su libro ¿Amar o depender? asegura que cuando sufrimos una adicción por alguien lo mejor es no verle demasiado. Es preferible utilizar el autocontrol y la resistencia activa ya que a pesar del dolor que esto nos puede provocar la extirpación tiene que ser radical, por el momento, hasta que empecemos a asimilar la pérdida. No puede haber adicción si hay autocontrol

Esta pauta es complicada de llevar si nuestra pareja es del mismo grupo de amigos, o trabaja en el mismo lugar que nosotros o por lo que sea le tenemos que ver varias veces al día; para estas personas el proceso de olvido se alarga un poco más. En este punto y si es inevitable, os aconsejo que mantengáis las distancias prudenciales, por ejemplo, una mesa puede ser muy larga como para sentarse justo a su lado, si tenéis que renunciar a quedar con vuestros amigos durante una temporada, hacedlo. Y cuando estéis preparados volved. Visto desde la parte positiva, podéis dedicar ese tiempo a cosas que siempre quisisteis hacer. Hay un mito común que cree mucha gente y es pensar que «cuanto más lo veo, más lo superaré». Esta idea es falsa, cuanta más droga recibe el adicto, más dependencia crea. Muchos podéis pensar en este punto: « ¡Mar, yo no quiero renunciar a salir con mis amigos por el tonto/a este! ». Lo entiendo, pero a veces hay que perder unas cosas para ganar otras, hay que renunciar para luego recibir ¿Qué es preferible unos meses de renuncia o años de adicción?

Hoy en día una historia de amor como la que vivieron Romeo y Julieta sería una relación tóxica. Recordar: No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos.

Otras estrategias:

  • Análisis parcializado conveniente: lo malo no hay que olvidarlo. A veces también hay que resaltarlo. Cuando se trata de relaciones muy enfermizas, la mejor estrategia es concentrarse en lo malo. No pretendemos que odies a tu ex pareja, sino que pongas las cosas en el lugar donde se merecen estar. Si has perdonado todas sus malas palabras, si has justificado todos sus desaires y crees que esa persona era perfecta para ti… ¿Te ha valido todo eso para algo? ¿Ha funcionado? Hay algo que no estás haciendo bien y es centrarte en todo lo positivo y obviar lo negativo. Empieza a poner las cosas en su lugar y recuerda que ninguna relación es perfecta.

  • Hablar con personas que están de nuestro lado: es importante rodearte de la gente que te quiere de verdad, tener amigos objetivos y que respeten tu decisión. Siempre habrá gente ajena a ti que opinará: « ¡Qué pena que lo dejaste! ¡era una persona estupenda! ». Pero esas personas no saben de la misa la mitad.

  • Control de estímulo o las buenas evitaciones: hay que cortar las fuentes inconvenientes de información y no someterse a los estímulos que disparan la urgencia afectiva. Durante un tiempo es mejor no llamar ni hablar con la persona que se quiere dejar; no verla, evitar lugares nostálgicos o gente que nos la recuerde. También se deben de bloquear, en lo posible, todos aquellos estímulos sensoriales que activen esquemas pasados: perfumes, fotos, música, texturas o sabores, deben ser totalmente eliminados.



Otras estrategias:

Seremos amigos: soy de las personas que pienso que es complicado, sino imposible, mantener una buena relación de amistad con tu ex. La amistad se puede transformar en amor, pero el amor en amistad nunca. En este término incluyo nada de cenas ni de sexo una vez se ha roto, te aviso, te estarás metiendo en la boca del lobo. Si eres de los que creen que esto es posible espera un tiempo hasta estar preparado.

 Fotos: guarda las fotos en un cajón, con marco incluido. Una tontería tan grande como ver una imagen puede activar los sentimientos. Cuando lo hayas superado, si quieres, sácalas de la caja y si no te molestan, déjalas ahí.

Música: la música tiene la capacidad de activar viejos recuerdos y eso es precisamente lo que queremos evitar. Cuando estamos tristes tendemos a escuchar música triste porque es la que nos acompasa, pero tenemos que hacer justo lo contrario. Nada de escuchar música de amor, música triste o «nuestra canción». Eso solo empeorará la situación.

No preguntes: es mejor no curiosear sobre su vida. Si alguien te quiere contar algo sobre esa persona está bien, pero no preguntes por ti. Cuanto más lejos, mejor.

Disfruta: es importante pasarlo bien y llenar tu vida de alegría. Puedes viajar, comprar, hacer deporte, comer, salir de fiesta… Organiza tu vida y, sobre todo, ten la mente ocupada.


Para los más atrevidos: solo si te atreves y puedes hacerlo, opta por eliminar su cuenta de correo electrónico, su Facebook, su Twitter y hasta su número de teléfono. Este es uno de los pasos más difíciles, y solo es opcional, así que déjalo para el final. Si eres una persona atrevida, fuerte y valiente sé que optarás por esta opción en primer lugar; eso sí que es extirparse el corazón y sin anestesia.


    Puedo decir que el dolor de corazón es algo más que una metáfora. Dejar y olvidar a una persona no es más que un duelo y los duelos duelen. Cuesta sudor y lágrimas pero sales fortalecido. En mi caso, la decisión fue personal. Después de muchas idas y venidas supe que aquello no me aportaba nada y que caía en saco roto. Ahora lo veo desde otra perspectiva y considero que fue una buena decisión, que me liberó y que me ayudó a ser la persona que soy hoy y que me permitió conocer a otras personas. No es fácil para nadie renunciar a una persona a la que se ha querido, pero prefiero aceptar que esa persona ya no me quiere, que no estará nunca conmigo y asumir eso para tomar alas.

Ojalá pudiéramos ser siempre tan sabios como para no llorar por aquellas piedras que quizás desprevenidamente desperdiciamos, por aquellas cosas que el mar se llevó y tapó y estuviéramos, de verdad, preparados para ver el brillo de las piedras que tenemos y dispuestos a disfrutar de  ellas, por el resto de nuestra vida.

Jorge Bucay



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