SOBRE MI

Soy una joven psicóloga y psicogerontóloga de 25 años que pretende invitaros a la reflexión. Actualmente doy conferencias para varias asociaciones locales y me sigo formando y actualizando a la espera de que algún día encuentre un buen trabajo.

martes, 28 de mayo de 2013

Atado a ti por cadenas ( Dependencia afectiva I)




Colgado de tu melena, atado a ti por cadenas, a ti. Maldito deseo, mi voluntad envenenas, llenas de ti mi existencia de ti por ti, no puedo creerlo, no puedo creerlo no… Pero quería decirte un hasta siempre y sin embargo he suplicado quédate siempre a mi lado.


Mi querido Alejandro Sanz sería el ejemplo perfecto de un adicto afectivo. Sí, así como suena. Y no es el único; la canciones románticas nos recuerdan que el amor enfermizo es saludable e incluso conveniente, ahora recuerdo también a Amaral: Te necesito como a la luz de sol, en este invierno frío para darme tu calor, Los días que pasan, las luces del alba, mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada, porque yo sin ti no soy nada. Y así, sucesivamente, podría añadir muchísimas canciones más.

Todo el mundo ha repetido en alguna ocasión: «No podría vivir sin él/ella», «Te necesito», «Lo eres todo para mí», «Mi vida no tendría sentido sin ti», «No sé qué haría si me dejara». Los tiempos, las películas románticas, las canciones, la tradición, etc., han hecho que pensemos que esta es la manera correcta de amar cuando, en realidad, entraría dentro de la categoría de dependencia afectiva. El verdadero amor no tiene por qué estar infectado de adicción: «Te quiero pero no te necesito para ser feliz», «Si me dejaras me dolería pero podría vivir sin ti», «Te quiero, pero no lo eres todo para mí» serían ejemplos perfectos de cómo tener una buena relación con el apego.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que una adicción afectiva es como cualquier otra dependencia. En este caso, los dependientes son víctimas de un amor obsesivo, mal concebido y enfermizo, e incluso en ocasiones, rallando lo obsesivo. El gran Walter Riso, acuñó este término y realizó varias investigaciones al respecto que recopiló en su libro ¿Amar o depender? Este libro me sorprendió y me impactó a partes iguales y es que nunca creí que podría existir algo así. A través de su lectura, me fui dando cuenta de que las adicciones afectivas están en realidad, más cerca de lo que pensamos: ¿Por qué hay gente que sigue atada a una persona cuando ese alguien ni tan siquiera ha dado muestras de mirarla?, ¿Por qué una mujer maltratada puede soportar tantas heridas y humillaciones?, ¿Por qué hay gente que no puede olvidar a su ex a pesar de los años de la ruptura?, ¿Por qué soportar tantas infidelidades?...



Walter Riso, en este libro, recopiló las características y frases más comunes de los adictos afectivos y hoy las quiero compartir con vosotros. Es posible que os sorprendan dado que muchas personas os podéis sentir identificadas pero luego hablaremos de ello.

Me quiere pero todavía no lo sabe/no se ha dado cuenta: Transmitiré las palabras del gran Walter Riso: Cuando una persona está enamorada lo sabe, lo siente, lo vive en cada pulsación, porque el organismo se encarga de avisarle. No pasa desapercibido. El amor llega como un huracán que rompe todo a su paso… Si alguien no sabe que te quiere: no te quiere.

No recuerdo que haya habido nada malo: los dependientes olvidan las cosas malas de la relación y solo recuerdan las buenas. Las cosas no mejorarán por minimizar los problemas, hay que darles el puesto que se merecen. Walter Riso os aconseja: Cuando negamos el pasado conflictivo de la convivencia afectiva, nos mentimos a nosotros mismos.

No acepto la pérdida porque todavía me quiere: esta característica suele ser muy común cuando hemos sufrido por amores no correspondidos o cuando nos han dejado. Según Walter Riso cuando llegamos a este punto podemos utilizar correlaciones ilusorias, es decir, malas lecturas de una situación que solo existe en nuestra imaginación y ver amor donde no lo hay. Se empieza a recabar información y datos confirmatorios de que esa persona nos sigue queriendo. Las más comunes:


  •   «Aunque no estemos juntos, todavía me quiere»: optimismo obsesivo perseverante.
  • «Después de tanto tiempo es imposible que haya dejado de amarme» costumbrismo amoroso.
  •   «Un amor así nunca se acaba»: momificación afectiva.

Todavía me llama, todavía me mira y todavía pregunta por mí: seguimos con la idea de las correlaciones ilusorias y la recogida de información. Hay hechos aislados que no son indicadores de amor, según Walter Riso podrían ser: simple nostalgia pasajera, confirmar un chisme o sentimientos de pesar y de culpa. El hecho de que pregunte por ti no significa que te siga amando y que quiera volver contigo mañana mismo. Walter Riso dice algo en lo que no puedo estar más de acuerdo: El amor no es un mapa de indirectas y claves que hay que descifrar las veinticuatro horas para saber cuándo, dónde y cómo nos van a amar.

Se va a dar cuenta de lo que valgo: en este momento solo puedo transcribir las palabas de Walter Riso en un punto del libro que es uno de mis preferidos: Refiriéndome exclusivamente a una cuestión de respetabilidad personal, el solo hecho de que tengan que «perderme» para «valorarme» es ofensivo, además de fastidioso. Si eres una de esas personas que están esperando la evaluación, a ver si pasaste el examen como pareja, recuerda que no eres un objeto de compra-venta. El evalúo afectivo siempre es insultante. Pero, si lo anterior no te ha convencido, quizás las estadísticas logren despabilarte: los que dudaron afectivamente una vez, vuelven a duda… Si no te aman hoy, no te aman.


Intentar nuevas estrategias de seducción: ponerse perfume, vestirse mejor, adelgazar, llenarse de silicona, jugar a ser un Don Juan o una Mata Hari pueden llegar a ser factibles siempre que el amor está vivo pero no tienen la fuerza suficiente para retener a alguien o hacer que nos ame.

Mi amor y comprensión lo curarán: Walter Riso dice: Querer cambiar a una persona infiel crónica dándole amor a granel y siendo tolerante con sus engaños, es una inocentada con rasgos de complicidad. De manera similar, pretender que un alcohólico controle su adicción exclusivamente mediante afecto indiscriminado, es casi imposible. Una persona solo puede curarse e incluso cambiar si él mismo lo desea, nuestro amor poco podrá hacer. El amor no es ir detrás de nadie para querer cambiarlo ni curarlo.

Voy a dejarlo de a poquito: este punto también es uno de mis preferidos del libro: Alejarse paulatinamente de la fuente de adicción no es la estrategia más recomendada. «Voy a consumir cada día menos crack» puede resultar risible para los que saben del tema. La adicción no se rompe lentamente. Puede haber retrocesos, avances y recaídas pero la lucha es a muerte «Voy a dejar a la persona que amo porque no me conviene, pero poco a poco», es como decir que me inyectaré menos. Es un tipo de autoengaño.

Solo seremos amigos: es prácticamente imposible seguir manteniendo una amistad con la persona que todavía se ama, de hecho, Walter Riso dice: Los que defienden lo contrario no saben de que están hablando. La persona amada rehace su vida mientras que el dependiente tiene que ver y soportar en doloroso silencio. Deja el tema de la amistad para cuando estés preparado.

Sorprendidos ¿verdad? Definitivamente el libro de Walter Riso me marcó en su momento y me ayudo a entender y superar muchas cosas. Hoy os he entregado a vosotros las claves para ser un poco más felices y construir un amor que nos sea saludable. Dado que me he alargado más de lo que siempre espero, en próximas entradas, os daré algunas pautas para superar esta dependencia afectiva.


Federicco Moccia autor de Tengo ganas de ti puso de moda el fenómeno de los "candados de amor". Los enamorados  simbolizan que siempre estarán juntos cuando cierran el candado y tiran la llave al río. Es un ejemplo perfecto para estar atado a ti...por candados. Aunque todo lo tengo que decir, es un gesto muy romántico.

Me despido hasta la próxima con las palabras de Jorge Bucay recogidas  en su libro El camino de las lágrimas (para más información ver la entrada "Cuando Cupido se equivoca" haz clic aquí): Esta es la historia: como sé que no puedo determinar que me quieras ni quererte por ambos, entonces, te dejo ir. Si te quiero de verdad, si alguna vez te quise, no voy a querer retenerte. Y no te dejo ir porque no me importe, te dejo ir porque me importa muchísimo. Si para alguno de los dos, verdadera y definitivamente se terminó, se terminó para ambos y no hay nada más que hacer.