De todos modos, para centrarnos,
voy a hablar sobre el duelo ante la pérdida de un ser querido. Cualquier
persona que se encuentre ante esta situación habrá de pasar estas cuatro fases
según las describió J. Bowlby:
- Fase de aturdimiento: es el primer shock emocional que se produce cuando nos enteramos de la noticia. El primer pensamiento es el de la negación: "¡no puede ser!" Nuestra cabeza empieza a procesar una información que le llega a borbotones y que no llegará a asentarse hasta pasadas unas horas o incluso días.
- Fase de anhelo y búsqueda: la persona siente deseos de que la persona perdida vuelva pero a la misma vez esto se mezcla con la culpabilidad con la cual responsabiliza fallecido y a otros (médicos, enfermeros…) de la situación: "porque me has abandonado", "porque me has dejado", "porque no pudieron hacer nada", "tendrían que haber hecho más"…En esta fase pueden haber pseudoalucinaciones, no nos estamos volviendo locos, podemos oír, escuchar y sentir al fallecido; no de un modo estricto, por supuesto, pero por ejemplo, podemos tener la sensación de oír abrirse la puerta a las horas en las que llegaba casa. Esto es totalmente normal y ocurre en personas sanas.
- Fase de desorganización y desesperanza: hay una gran tristeza y abatimiento. La persona empieza a aceptar la situación y ya no lucha. También puede que haya conductas evitativas como la de consumir drogas y alcohol.
- Fase de reorganización: se suele producir al año. La persona ya no quiere recuperar al ser querido. Lo seguirá recordando pero no sufriendo por ese dolor.
Es importante recalcar que el año
es la clave. El primer año sin esa persona se producen todas las cosas
importantes: Navidades, fiestas, aniversarios, cumpleaños…es como romper el
hielo. A los seis meses del fallecimiento (medio año) la persona debe de
empezar a sentirse mejor y al año haber superado la pérdida. De todos modos,
esta fecha es solo una aproximación, hay gente que le cuesta un poco más ya que
el duelo es algo muy personal pero este es el baremo que utilizamos los
psicólogos. Cuando se pasa el año, podríamos estar hablando de duelo
patológico, en el que por ejemplo, la persona se podría quedar bloqueada en una
de las fases anteriores.
El duelo es un tema que da mucho
de sí pero el por qué de este tema ha sido porque una lectora del blog me lo ha
pedido. Cristina me preguntaba que podríamos hacer nosotros para ayudar a
alguien que está pasando por una situación así y la respuesta la verdad no es
fácil porque no conozco el caso en concreto aunque voy a intentar responder de
una manera genérica.
Tenéis que entender que el duelo
es algo muy personal, hay gente que desea hablarlo y otros que no, muchos
desean hacerlo en solitario y otros en compañía, por lo tanto, no hay
verdades universales sobre qué hacer. Vosotros más que yo conocéis a vuestros
familiares y amigos y sabéis como abarcar los temas. De todos modos, estás son
mis recomendaciones generales:
- Invitar a hablar: ayudar a la persona a desahogarse y jamás cortar el llanto. Por ejemplo: "¡ya basta!", "¡vale de llorar!" Si la persona no quiere hablar, no insistáis.
- No utilizar demasiadas frases hechas: siempre se nos escapa alguna pero no son muy correctas. Por ejemplo: "tienes que ser fuerte", "tienes que seguir adelante"…Si no sabes que decir, mejor no decir nada.
- Ver las ventajas de la nueva vida: es evidente que no siempre las podremos ver, por ejemplo, es difícil para una persona que ha perdido a su hijo ver las ventajas de una nueva vida. Sin embargo, para personas con familiares enfermos durante mucho tiempo es una buena opción.
- Servir de apoyo: a través de una llamada, haciendo un favor, invitándole a salir de casa, estando ahí...
- Si se observa que la persona no mejora al cabo de un año, aconsejarle ayuda profesional.
La persona que está pasando por
este mal momento solo quiere un acompañamiento, a veces, no es tanto lo
que decimos sino lo que hacemos. La persona que esté en un duelo querrá llorar
la pérdida de una manera personal y en su hogar y que estemos muy encima puede
agobiar. Cuidado con eso: menos hablar y más acompañar.
Si deseáis saber mas sobre duelo os recomiendo el libro de Jorge Bucay, El camino de las lágrimas del cual ya hable en esta entrada.