Colgado de tu melena, atado a ti por cadenas, a ti. Maldito deseo, mi voluntad envenenas, llenas de ti mi existencia de ti por ti, no puedo creerlo, no puedo creerlo no… Pero quería decirte un hasta siempre y sin embargo he suplicado quédate siempre a mi lado.
Mi querido Alejandro Sanz sería el ejemplo perfecto de un adicto afectivo. Sí, así como suena. Y no es el único; la canciones románticas nos recuerdan que el amor enfermizo es saludable e incluso conveniente, ahora recuerdo también a Amaral: Te necesito como a la luz de sol, en este invierno frío para darme tu calor, Los días que pasan, las luces del alba, mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada, porque yo sin ti no soy nada. Y así, sucesivamente, podría añadir muchísimas canciones más.
Todo el mundo ha repetido en alguna ocasión: «No podría vivir
sin él/ella», «Te necesito», «Lo eres todo para mí», «Mi vida no tendría
sentido sin ti», «No sé qué haría si me dejara». Los tiempos, las películas
románticas, las canciones, la tradición, etc., han hecho que pensemos que esta
es la manera correcta de amar cuando, en realidad, entraría dentro de la
categoría de dependencia afectiva. El verdadero amor no tiene por qué estar
infectado de adicción: «Te quiero pero no te necesito para ser feliz», «Si me
dejaras me dolería pero podría vivir sin ti», «Te quiero, pero no lo eres todo
para mí» serían ejemplos perfectos de cómo tener una buena relación con el
apego.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que una adicción
afectiva es como cualquier otra dependencia. En este caso, los dependientes son
víctimas de un amor obsesivo, mal concebido y enfermizo, e incluso en
ocasiones, rallando lo obsesivo. El gran Walter Riso, acuñó este término y
realizó varias investigaciones al respecto que recopiló en su libro ¿Amar o depender? Este libro me
sorprendió y me impactó a partes iguales y es que nunca creí que podría existir
algo así. A través de su lectura, me fui dando cuenta de que las adicciones
afectivas están en realidad, más cerca de lo que pensamos: ¿Por qué hay gente
que sigue atada a una persona cuando ese alguien ni tan siquiera ha dado
muestras de mirarla?, ¿Por qué una mujer maltratada puede soportar tantas
heridas y humillaciones?, ¿Por qué hay gente que no puede olvidar a su ex a
pesar de los años de la ruptura?, ¿Por qué soportar tantas infidelidades?...
Walter Riso, en este libro, recopiló las características y
frases más comunes de los adictos afectivos y hoy las quiero compartir con
vosotros. Es posible que os sorprendan dado que muchas personas os podéis
sentir identificadas pero luego hablaremos de ello.
Me quiere pero todavía no lo sabe/no se ha dado
cuenta: Transmitiré las
palabras del gran Walter Riso: Cuando una
persona está enamorada lo sabe, lo siente, lo vive en cada pulsación, porque el
organismo se encarga de avisarle. No pasa desapercibido. El amor llega como un
huracán que rompe todo a su paso… Si alguien no sabe que te quiere: no te
quiere.
No recuerdo que haya habido nada malo: los dependientes olvidan las cosas malas de
la relación y solo recuerdan las buenas. Las cosas no mejorarán por minimizar
los problemas, hay que darles el puesto que se merecen. Walter Riso os
aconseja: Cuando negamos el pasado
conflictivo de la convivencia afectiva, nos mentimos a nosotros mismos.
No acepto la pérdida porque todavía me quiere: esta característica suele ser muy común
cuando hemos sufrido por amores no correspondidos o cuando nos han dejado.
Según Walter Riso cuando llegamos a este punto podemos utilizar correlaciones
ilusorias, es decir, malas lecturas de una situación que solo existe en nuestra
imaginación y ver amor donde no lo hay. Se empieza a recabar información y
datos confirmatorios de que esa persona nos sigue queriendo. Las más comunes:
- «Aunque no estemos juntos, todavía me quiere»: optimismo obsesivo perseverante.
- «Después de tanto tiempo es imposible que haya dejado de amarme» costumbrismo amoroso.
- «Un amor así nunca se acaba»: momificación afectiva.
Todavía
me llama, todavía me mira y todavía pregunta por mí:
seguimos con la idea de las correlaciones ilusorias y la recogida de
información. Hay hechos aislados que no son indicadores de amor, según Walter
Riso podrían ser: simple nostalgia
pasajera, confirmar un chisme o sentimientos de pesar y de culpa. El hecho
de que pregunte por ti no significa que te siga amando y que quiera volver
contigo mañana mismo. Walter Riso dice algo en lo que no puedo estar más de
acuerdo: El amor no es un mapa de
indirectas y claves que hay que descifrar las veinticuatro horas para saber
cuándo, dónde y cómo nos van a amar.
Se
va a dar cuenta de lo que valgo: en este momento solo
puedo transcribir las palabas de Walter Riso en un punto del libro que es uno
de mis preferidos: Refiriéndome
exclusivamente a una cuestión de respetabilidad personal, el solo hecho de que
tengan que «perderme» para «valorarme» es ofensivo, además de fastidioso. Si
eres una de esas personas que están esperando la evaluación, a ver si pasaste
el examen como pareja, recuerda que no eres un objeto de compra-venta. El
evalúo afectivo siempre es insultante. Pero, si lo anterior no te ha
convencido, quizás las estadísticas logren despabilarte: los que dudaron afectivamente
una vez, vuelven a duda… Si no te aman hoy, no te aman.
Intentar
nuevas estrategias de seducción: ponerse perfume,
vestirse mejor, adelgazar, llenarse de silicona, jugar a ser un Don Juan o una
Mata Hari pueden llegar a ser factibles siempre que el amor está vivo pero no
tienen la fuerza suficiente para retener a alguien o hacer que nos ame.
Mi
amor y comprensión lo curarán: Walter Riso dice: Querer cambiar a una persona infiel crónica
dándole amor a granel y siendo tolerante con sus engaños, es una inocentada con
rasgos de complicidad. De manera similar, pretender que un alcohólico controle
su adicción exclusivamente mediante afecto indiscriminado, es casi imposible. Una
persona solo puede curarse e incluso cambiar si él mismo lo desea, nuestro amor
poco podrá hacer. El amor no es ir detrás de nadie para querer cambiarlo ni
curarlo.
Voy
a dejarlo de a poquito: este punto también es uno de mis
preferidos del libro: Alejarse
paulatinamente de la fuente de adicción no es la estrategia más recomendada. «Voy
a consumir cada día menos crack» puede resultar risible para los que saben del
tema. La adicción no se rompe lentamente. Puede haber retrocesos, avances y
recaídas pero la lucha es a muerte… «Voy
a dejar a la persona que amo porque no me conviene, pero poco a poco», es como
decir que me inyectaré menos. Es un tipo de autoengaño.
Solo
seremos amigos: es prácticamente imposible seguir
manteniendo una amistad con la persona que todavía se ama, de hecho, Walter
Riso dice: Los que defienden lo contrario
no saben de que están hablando. La persona amada rehace su vida mientras
que el dependiente tiene que ver y soportar en doloroso silencio. Deja el tema
de la amistad para cuando estés preparado.
Sorprendidos ¿verdad? Definitivamente el libro de
Walter Riso me marcó en su momento y me ayudo a entender y superar muchas
cosas. Hoy os he entregado a vosotros las claves para ser un poco más felices y
construir un amor que nos sea saludable. Dado que me he alargado más de lo que
siempre espero, en próximas entradas, os daré algunas pautas para superar esta
dependencia afectiva.
Me despido hasta la próxima con las palabras de Jorge
Bucay recogidas en su libro El camino de las lágrimas (para más
información ver la entrada "Cuando Cupido se equivoca" haz clic aquí): Esta es la historia: como sé que no puedo determinar que me quieras ni
quererte por ambos, entonces, te dejo ir. Si te quiero de verdad, si alguna vez
te quise, no voy a querer retenerte. Y no te dejo ir porque no me importe, te
dejo ir porque me importa muchísimo. Si para alguno de los dos, verdadera y
definitivamente se terminó, se terminó para ambos y no hay nada más que hacer.